Rotten Tomatoes: 92% IMDb: 9.3
Junio es particularmente especial para los miembros de la comunidad LGBT+ puesto que durante este mes se llevan a cabo las distintas celebraciones y manifestaciones de pride (orgullo) alrededor del mundo como conmemoración a los disturbios de Stonewall, acontecidos el 28 de junio de 1969 y considerados como uno de los mayores hito en la lucha por la liberación de la diversidad sexual en Estados Unidos.
Además, quizás por simple casualidad, también es durante este mes que se lograron algunos de los avances más importantes en materia legal y civil respecto a la equidad de derechos sociales para los miembros de la comunidad LGBT+. En el 2015, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró como inconstitucionales las leyes estatales que prohíben el matrimonio entre personas del mismo género en México y estableció las bases para los cambios requeridos para lograr el matrimonio igualitario en territorio nacional. La Suprema Corte de Estados Unidos tomó la misma decisión en el 2016, aboliendo la prohibición del matrimonio igualitario en los 50 estados dentro de sus fronteras. Y hace tan sólo unos días, el 18 para ser exactos, la Organización Mundial de la Salud retiró la transexualidad de su lista de enfermedades mentales tras la publicación del ICD-11.
Es por todas estas razones que la cancelación de la serie de culto creada por las hermanas Wachowski y J. Michael Strasczynki, Sense8, anunciada justamente el 1° de junio del año pasado causó revuelo entre los fans. Después de todo, la serie original de Netflix era una celebración a la diversidad sexual y el final de la segunda temporada era completamente abierto, dejando el destino de Wolfgang Bogdanow (Max Riemelt) incierto.
Las razones para la cancelación de la serie son meras especulaciones puesto que la compañía de streaming nunca da a conocer sus cifras. Una de las teorías más populares es que pese a que los creadores declararon que se tenía una historia planeada para contarse en el transcurso de cinco temporadas, la producción de Sense8 era sumamente costosa para el nicho de audiencia al que se dirigía. No obstante, esa minoría fue bastante vocal para expresar su descontento. Tras una petición en change.org, el twitteo masivo bajo #RenewSense8 y el envío de numerosas chanclas a las oficinas de Netflix con el mismo mensaje, la compañía finalmente accedió a la grabación de un especial, un episodio final que permitiese atar todos los cabos sueltos que You Want a War? (el último episodio de la segunda temporada) hubiese dejado.
Desafortunadamente, por cuestiones de agenda, Strasczynki no pudo participar en la escritura del guion por lo que Lana Wachowski asumió la responsabilidad junto a David Mitchell y Aleksandar Hemon. Este hecho probablemente sea la razón por la que el último episodio de Sense8 se sienta completamente diferente en cuanto a ritmo, desarrollo y caracterización con respecto a las dos temporadas producidas con anterioridad… En el mal sentido.
El episodio final de Sense8 inicia justamente en donde el último episodio de la segunda temporada concluyó. Will Gorski (Brian J. Smith), Riley Blue (Tuppence Middleton), Nomi Marks (Jamie Clayton), Lito Rodríguez (Miguel Ángel Silvestre), Kala Dandekar (Tina Desai), Sun Bak (Doona Bae) y Capheus Onyango (Toby Onwumere) finalmente tienen la oportunidad para conocer en persona a aquellos con los que compartían experiencias, emociones, recuerdos y habilidades a causa de la recién descubierta conexión mental entre ellos. Sin embargo, el motivo de su reunión es amargo: Wolfgang no está con ellos tras ser capturado por la Biologic Preservation Organization (Organización para la Conservación Biologíca, BPO por sus siglas en inglés), una agencia dedicada a erradicar a los sensates del mundo por considerarlos como una amenaza para la humanidad, en lugar de su evolución natural. No obstante, el cluster del 08 de agosto tiene una poderosa herramienta de negociación para recuperar la libertad de Wolfie: Whispers (Terrence Mann), un sensate dedicado a la caza de los suyos y una de las figuras más importantes dentro de la BPO. Después de todo, están en guerra.
Decir que las expectativas para el episodio eran altas no es más que señalar lo obvio. Por primera vez, siete de los ochos miembros del cluster estarían reunidos en el mismo lugar físico, por lo que su dinámica tendría que ser diferente a la que ellos y la audiencia estaban acostumbrados. Y no sólo eso, cada uno de los sensates se encontraba en un proceso de evolución personal diferente: Will recuperaba la confianza en sí mismo, Riley empezaba a abrirse a los demás tras su duro pasado, Capheus aprendía a ser un líder y no un seguidor, Lito aprendía a moldear su persona para complacerse a sí mismo y no a otros, Nomi salía de su zona de confort, Sun se daba cuenta de que no era autosuficiente, Wolfgang iniciaba a cuidar de otros y no sólo de sí mismo mientras que Kala finalmente decidía hacer realidad sus deseos, aunque éstos fueran en contra de lo que otros querían para ella. Todos los personajes tenían un viaje individual que no habría comenzado sin esa esa conexión peculiar que comparten con el resto. Al final del día, Sense8 nunca fue sobre la persecución al cluster y la BPO, sino sobre las relaciones establecidas entre ellos y con aquellos que los rodean.
Quizás es por eso que me resultó molesto que durante la primera hora y media del episodio final, el enfoque principal haya sido la trama con la BPO. El rescate de Wolfgang y la eventual caída del lado podrido de la organización pudieron haber sido resueltas en menos de una hora, sin embargo Wachowski y sus guionistas deciden dar explicaciones que nadie pidió acerca del villano principal que jamás se sintió como una amenaza (o al menos nunca al nivel que Whispers lo hizo por sí solo). Por la sobreexposición y los diálogos atiborrados de información, el espectador puede notar que Lana deseaba que todas las dudas generadas por la serie se resolvieran. Pese a la buena intención, el resultado es flojo, incoherente e intrascendente porque la serie aún no construía a BPO como un pilar fundamental dentro de los mitos de la serie.
No obstante, el desarrollo en esta parte de la historia permitió la realización de algunas de las mejores secuencias del episodio. Desde el inicio de sus carreras, las hermanas Wachowski han destacado por su maestría para dirigir escenas de acción, por lo que las peleas en este episodio, ya sean a puño limpio o con armas, son vistosas por sus hermosas coreografías. Es difícil apartar la vista de la pantalla cuando ocurre una batalla en la acción, y definitivamente extrañaré la manera en que el espíritu de Jean Claude Van Damme se apoderaba del cuerpo de Sun.
Pero esto no absuelve en absoluto el desconocimiento de Lana Wachowski sobre su serie y sus propios personajes. Es decepcionante que varios de los miembros del cluster hayan regresado a su estado original o visto sus motivaciones minimizadas con el fin de servir la historia que la aclamada directora deseaba contar, una con un final feliz. Los personajes que más sufren con la imposición de esta visión son Kala, Lito y Wolfgang, a la par que otros personajes secundarios irrelevantes son escritos de manera simpática para justificar que no sufran consecuencias por sus acciones pasadas, como es el caso de Rajan (Purab Kohli), el esposo de Kala que hasta el final de la segunda temporada era un empresario corrupto.
Y pese a que mi parte lógica no está contenta con mucho de lo que ocurrido en el capítulo, no puedo odiarlo por completo. Los momentos en que el final recuperaba la esencia de la serie, realmente elevaban la trama: desde la secuencia en el tren al ritmo de Depeche Mode (reminiscente a la ya icónica secuencia What’s Up?), pasando por el apoyo incondicional de Amanita (Freema Agyeman), Hernando (Alfonso Herrera) y Dani (Eréndira Ibarra) hacia su ser amado y el cluster al que pertenece hasta la tan esperada boda de Nomi y Amanita, son instantes que si bien pueden considerarse como fan service (a final de cuentas el episodio tiene una dedicatoria a los fans que lucharon incansablemente por traerlo de vuelta), también son precisamente lo que mejor demuestran lo que la serie pregonaba: las relaciones humanas no deben estar condicionadas por género, sexualidad o nacionalidad, sino por las emociones y experiencia que como miembros de la misma especie compartimos.
El final de Sense8 no es el que la serie merecía, pero es la mejor improvisación con la que la serie pudo dar el adiós que Netflix le arrebató. Algunos fans siguen creyendo que Sense8 no terminará hasta que Lana lo decida puesto que ella misma declaró que escribía guiones para lo que habría sido la tercera temporada. Habrá que ver si alguna vez salen a la luz todas esas historias.
Después de todo, imposibility is just a kiss away from reality.
Todos los episodios de Sense8 están disponibles en Netflix.
Esta es una colaboración de Ximena P. Morales para la sección de Cine y Tv
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One thought on “Episodio final de Sens8 | ¡Hasta siempre, sensates!”