Advertencia: Esta reseña contiene algunos spoilers de Black Mirror: Bandersnatch
Rotten Tomatoes: 92% Metacritic: 64 IMDb: 8.0
Black Mirror (Charlie Brooker, 2011 -), en mi humilde opinión, se encuentra muy lejos de ser considerada como una obra maestra de la televisión contemporánea por su errática producción. Creada bajo el concepto de la tecnología como una droga que ha permeado cada uno de los ámbitos de nuestra vida diaria y de la cual aún no se han explorado por completo sus efectos secundarios en la sociedad, la antología británica ha sido inconsistente en cada uno de sus 18 episodios no solo en su exploración temática, sino también en cada uno de sus elementos del lenguaje cinematográfico.
Sin embargo, nadie puede negar que ver Black Mirror es una experiencia por sí misma. Lo impredecible de cada capítulo, factor característico de su formato, en donde no existe una relación definida entre personajes y escenarios presentados, hacen que el espectador se mantenga a la expectativa sobre lo que ocurrirá en el siguiente episodio. Brooker no teme experimentar por lo que su saga de fábulas oscuras ha explorado una gran cantidad de géneros y narrativas que van desde la sátira política de The Waldo Moment hasta el horror de White Bear, pasando incluso por las historias románticas más convencionales de San Junipero y Hang the DJ.
Si bien el éxito de cada uno de estos experimentos queda completamente a juicio de cada espectador, esta constante búsqueda de nuevas maneras para plasmar el mismo mensaje oscuro y relevante convierte a Black Mirror en la serie perfecta para explorar una nueva manera de ver televisión que, irónicamente, solo sería posible gracias a los avances tecnológicos de los que intenta advertirnos la antología: la televisión interactiva, un nuevo formato en el que el espectador tendría el control sobre el rumbo de la historia que mira, similar a la manera en que los videojuegos cada vez relatan historias más complejas cuyos posibles finales están dictaminados por las acciones del jugador.
Tras meses de especulaciones sobre la realización de un episodio interactivo, especialmente después de que tanto Brooker como Anabelle Jones (la otra productora ejecutiva de la serie) se negaron rotundamente a la idea tras la propuesta inicial de Netflix en mayo de 2017, la plataforma de streaming finalmente estrenó Black Mirror: Bandersnatch el pasado 28 de diciembre como “un filme interactivo” (o “un evento de Netflix”, dependiendo de la región) siendo el primer producto con este formato dirigido a un público adulto.
Y como cada episodio de la serie que le precedió, verlo es una experiencia única que queda sujeta al juicio de cada espectador.
Pese a todas las ramificaciones que puede presentar Bandersnatch, las cuales apuntan a más de un trillón de combinaciones que desembocan en cinco finales principales con sus respectivas variantes, su historia es bastante sencilla. Tras un breve tutorial sobre la toma de decisiones en la película, el espectador toma las riendas del destino de Stefan Butler (Fionn Whitehead, conocido por su participación en Dunkirk), un joven de tan solo 19 años que aspira a convertirse en un reconocido programador de videojuegos, escogiendo ambiciosamente como su primer proyecto la adaptación de la novela Bandersnatch, en la cual el lector elige su propia aventura. La obra es trágicamente célebre por llevar a su autor, Jerome F. Davies (Jeff Minter, curiosamente un diseñador de videojuegos en vida real) a la locura. Pese a eso, Stefan es animado a desarrollar el proyecto por Mohan Thakur (Asim Chaudhry), dueño de Tuckersoft, una de las empresas líderes en creación de videojuegos en 1984 y que cuenta entre sus trabajadores al reconocido programador Colin Ritman (Will Poulter), proponiéndole dos alternativas: trabajar en equipo dentro de la compañía o continuar la programación desde su casa. De cualquier manera, “Bandersnatch” tiene previsto ser lanzado en Navidad.
A diferencia de elegir entre Frosties y Sugar Puff, el dilema anterior representa la primera decisión que afecta el rumbo de Bandersnatch. La elección que tome el espectador dará pie a que Stefan inicie su descenso hacia la locura. No hay otra opción. Seleccionar la acción menos retorcida, por llamarlo de alguna manera, simplemente conducirá a un final abrupto tras una advertencia de Colin al espectador. Wrong path es lo que el programador rubio vocifera antes de que trabajar dentro de Tuckersoft, con un equipo a disposición de Stefan, haga que Bandersnatch sea lanzado al público con una puntuación de 0/0.
Es precisamente ese falso final, en el que nadie es miserable, el único feliz que posee Bandersnatch en su duración variable. Si bien fuentes en Netflix afirman que en promedio un espectador interactúa con el filme es de 90 minutos, una serie de decisiones pueden interrumpir bruscamente la película a los 40 minutos o extenderse a una exploración de más de dos horas. Después de todo, el algoritmo de la plataforma de streaming hace sencillo regresar a un punto para tomar una elección alterna.
Así que después de que Bandersnatch sea un fracaso, Stefan decide que quiere otra oportunidad, regresando así a la oferta inicial de Thakur.
Esta capacidad de regresar a tomar diferentes decisiones tras un falso final representa simultáneamente lo mejor y lo peor del formato interactivo, puesto que es completamente posible alcanzar al menos una variante de los cinco finales “oficiales” del capítulo en una sola sentada, restando valor a su repetición.

Pese a que diez segundos no son suficientes para razonar cada una de las posibles consecuencias de tus decisiones al manipular el futuro de Stefan, pensar como lo haría un guionista de Black Mirror es la manera más sencilla de alcanzar cualquiera de esos finales que anteceden a los créditos de la película. Y como en cualquiera de los episodios previos, los finales abarcan desde lo más ridículo hasta lo más perturbador, siempre envuelto en un aire de tragedia y desolación.
Como Stefan revela a su terapeuta en uno de los verdaderos finales, para terminar el juego a tiempo era necesario simplificar la historia y dejar de respetar cada uno de los posibles caminos trazados por Davies en la novela original. No obstante, para lograrlo dejó las suficientes ramificaciones para dirigir a los jugadores a cada uno de los finales que él planteó, dándoles una ilusión del control que realmente no poseen. Esa es la perfecta descripción de Bandersnatch.
Independientemente de tus elecciones, Stefan pierde la cabeza. Este desequilibrio sufrido por el protagonista, detonado por su perfeccionismo para entregar el código que muestre todas las posibles alternativas, invariablemente llevará a Stefan a asesinar a alguien, de manera directa o indirecta. Desde el aparente suicido de Colin tras un viaje de LSD en el que entrega uno de los mejores monólogos de la cinta al hilar de manera sorpresivamente coherente la ilusión de control, las realidades alternas y la conspiración gubernamental, hasta la violenta muerte del padre de Stefan invariablemente afectarán el recibimiento público de Bandersnatch y el destino del joven programador, quien en la mayoría de los finales termina preso, dibujando en las paredes de sus celdas un símbolo que resultará familiar a los fanáticos de la serie:
Si en Bandersnatch es un símbolo que marca todas las diferentes alternativas que el desarrollo del videojuego sugiere, su aparición es más poderosa al recordar que la primera vez que vimos este dibujo fue en White Bear, uno de los episodios más terroríficos de Black Mirror y que también invitaba a la reflexión sobre el control del propio destino.
Esta no es la única referencia directa que existe al pasado de la serie, puesto que Tuckersoft es responsable de la creación de dos videojuegos cuyos títulos son similares a dos episodios anteriores Metlhedd (Metalhead) y Nohzdyve (Nosedive). Incluso al finalizar la cinta, y dependiendo de tus decisiones, Netflix te redirige a cualquiera de esos capítulos. En mi caso, Metalhead inició a cargar lo cual me hace cuestionar mi nivel de sadismo.
Además, también existe una escena post créditos secreta en la que Stefan escucha el código binario que compone a Bandersnatch, de la misma manera en que Colin le dice en escenas anteriores que es posible escuchar los sonidos de su juego. Esta serie de sonidos agudos son una clave que desbloquea un código QR que da acceso a la página de Tuckersoft. Además de mostrar la historia de la compañía, sus juegos y una oferta de trabajo (que redirecciona a las vacantes en Netflix), permite descargar una versión jugable de Nohzdyve, la cual corre en un emulador de ZX Spectrum.
Jugando con las expectativas del espectador, Bandersnatch no teme ser meta en algunas de las decisiones que éste se ve obligado a tomar. No obstante, en numerosas ocasiones, estas referencias al control del espectador y a la participación de Netflix para la creación del episodio en lugar de ser graciosa, resultan sumamente molestas. No, Dra. Haynes (Alice Lowe), no quiero hablar sobre mi trauma con mi madre. Pero si no puedo continuar viendo la cinta, supongo que tendré que hacerlo porque es “mi decisión.” En lo personal, esta clase de referencias arruinaron mi experiencia interactiva puesto que impedían que realmente me adentrara en la historia sin ser completamente consciente del rol que juego en ella, sin embargo, otras personas las encontrarán divertidas.
Pese a ese énfasis exagerado en la interactividad, la opción de contarle a Stefan que un usuario en Netflix está controlando sus acciones desbloquea una escena de acción bastante divertida por su ridiculez y rompimiento de tono, así como uno de los finales más escalofriantes en el que el mismo Brooker hace alegoría del proceso de filmación del episodio ya que para los actores era difícil mantener el paso sobre el estado emocional de su personaje por la gran cantidad de escenas filmadas. De acuerdo con rumores, el metraje total de la película es de más de cinco horas.
Aunque la trama de Bandersnatch se vuelve fastidiosa después de un rato porque no parecen haber diferencias significativas en el diálogo al repetir los diferentes bucles que conforman la historia (sí existen, pero son demasiado sutiles), varios fans de Black Mirror se han dado a la tarea de trazar todos los posibles caminos de la película. Lo cierto es que tanto ellos como medios especializados coinciden que uno de estos finales posee un impacto emocional mayor que el resto y cierra satisfactoriamente el ciclo de Bandersnatch porque como tanto insiste la Dra. Haynes, es bastante importante hablar de la madre de Stefan.
Totalizando un total de 150 minutos divididos en 250 segmentos, producto de un guion de 170 páginas, Black Mirror: Bandersnatch es un must-watch de Netflix no por su historia, la cual llega a ser decepcionante por momentos a pesar de las brillantes actuaciones, sino por la innovadora manera en que Netflix está desarrollando una nueva manera de ver televisión, en el que las decisiones del espectador impactan la trama, aunque sea de una manera limitada puesto que al final de cuentas, el creador continúa teniendo el control de las resoluciones a las que se pueden llegar. En definitiva, no es el mejor episodio de Black Mirror, pero pasará a la historia del entretenimiento como pionero de un nuevo formato. No se puede descartar que en un futuro próximo más series o películas adopten este formato, especialmente cuando Netflix creó un software especializado para hacer de Bandersnatch una realidad.
Así mismo, Netflix ha lanzado dos featurettes en el que explican el proceso de grabación del episodio de la boca del mismo Brooker, los altos ejecutivos de la plataforma y los actores involucrados en el rodaje.
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¡BONUS!
Existe una especie de escena post créditos secreta (a la cual no llegué) que da acceso a la página de Tuckersoft. Además de mostrar la historia de la compañía, sus juegos y una oferta de trabajo (que redirecciona a las vacantes en Netflix), permite descargar una versión jugable de Nohzdyve, la cual corre en un emulador de ZX Spectrum.
Esta es una colaboración de Ximena P. Morales para la sección de Cine y Televisión