Cuando la imágen y el sonido se sincronizan de manera tal que nuestra percepción se ve unida a la representación que tenemos ante nosotros, es uno de los momentos más sublimes.
Esta es una colaboración de Ignacio A. Pérez para la sección de Música
Miedo, empatía, euforia, alegría, enojo, asco… cada una de estas emociones se traslada a nuestra realidad gracias a un excelente manejo estético donde los aspectos narrativos se ven impulsados exponencialmente.
Este es el espacio del soundtrack, un lugar donde admiramos aquellos detalles efímeros que brillan en las series y películas de ayer y hoy.
Beastars | Serie | 2020 | Netflix – Fuji TV – Orange | 12 Episodios
¿De qué trata?
Beastars empezó a publicarse desde el 2016 como un manga escrito e ilustrado por la artista Paru Itagaki. Pronto fue adaptado al anime por Fuji TV y el estudio de animación Orange quienes darían los derechos de reproducción a Netflix en marzo de este año.
Ambientado en una versión alterna de nuestra modernidad, los protagonistas son animales antropomorfos, conformados en una sociedad dividida culturalmente por las diferencias entre herbívoros y carnívoros.
La historia se centra en dos personajes principales: Legoshi, un lobo gris taciturno que se encuentra en un constante debate sobre su identidad como carnívoro y Haru, una coneja enana que se vive un exilio constante por parte de sus compañeros.
Los puntos fuertes
La parte visual cambia de forma para transmitir de mejor manera los estados de ánimo de cada uno de los personajes. El CGI se abre para dar paso a momentos de una gran carga onírica, puntos donde la introspección y el miedo se ven complementados de manera exquisita por la animación tradicional.
(Spoiler Alert)
Sin dar ningún spoiler en español, la identidad, la autovaloración, la determinación, e incluso el establecimiento de las relaciones interpersonales se ven representados con grandeza.
Los personajes, más allá de la clásica exageración característica del género, evolucionan bajo el desarrollo de conflictos internos y externos con cierta credibilidad.
Ligeramente, su crecimiento se ve equiparado con el cómo lo maneja Bojack Horseman, atacando en múltiples ocasiones la disyuntiva entre la naturaleza del individuo y su crianza.
El Soundtrack
Uno debe ser honesto de vez en cuando al abordar este tipo de proyectos. Como musicólogo frustrado, geek de clóset y compositor relegado, al escuchar el intro de la serie (que en el primer episodio sirve como cierre), me quedé anonadado.
Por años he admirado la capacidad de los artistas japoneses para combinar géneros sin complicación alguna, en transiciones tan naturales que uno se pregunta por qué la norma no se ha trasladado a occidente.
Combinaciones como r&b + deathcore, rap + tecno, shred + electro, han sido repetidas con cierta regularidad, pero los miembros de ALI con su canción “Wild Side” [tema de apertura de la serie] realmente lograron algo espectacular. La unión de jazz, funk, ska y rap exalta los sentidos con un poder impresionante.
Si a esto añadimos una secuencia creada en stop motion, tienes una de las mejores introducciones de los últimos años a la par de joyas como el tema de The Man in the High Castle, Bojack o Madmen.
Pasando este primer knockout. Uno empieza a pescar las nimiedades que acompañan cada escena. Satoru Kōsaki, el compositor encargado de la serie, hizo un trabajo fantástico al crear las distintas atmósferas que envuelven los actos de cada uno de los personajes. La guitarra, el piano y el violín intercambian un rol central en los distintos temas, convirtiéndose en voz guía en los motivos introductorios de ciertos actos.
El resto de los instrumentos, un popurrí de cuerdas y alientos, se encargan de extender el rango con el que Kōsaki construye sus composiciones, cuya dinámica recuerda en varios momentos el trabajo Joe Hisaishi para las películas de Studio Ghibli.
Cada línea melódica se ve desarrollada a manera de un vaivén de preguntas y respuestas. Siendo tratadas las emociones bajo una plétora de incógnitas con las que se entremezclan elementos del jazz, la música africana, el heavy metal, la música árabe, la música de cámara, el flamenco y la electrónica.
Las piezas con las que entra Chica, son fragmentos fundamentales de la banda sonora, pues permiten que esta aterrice en un lugar familiar ante el escucha. Generalmente es aquí donde uno encuentra el cliché más notorio dentro de la serie, pues gira hacia la parte más romántica de la narrativa, pero este es bien recibido.
El único trago amargo que puedo mencionar es el caso de los endings. Por ningún motivo son malos, pero los primeros dos se quedan cortos ante el resto de los temas. Se sienten “vacíos” en comparación.
Si necesitan algo que hacer o ver para variar su rutina, recomiendo altamente esta serie. Si por algún motivo el anime no es lo suyo, tomen su libro favorito, una revista o pónganse a tomar un té o un café, dénle click al disco en spotify y disfruten la música como algo completamente aparte. Créanme, no van a arrepentirse. La experiencia es grandiosa.
Las recomendadas:
Cannibalism | Many Stories | The Limits | My Life to the Fullest | Black Market | BEASTARS – Will
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